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jueves, 28 de mayo de 2020

Dama A Reina - Capítulo 13

Capítulo 13. No Debí Haber Venido


Petronilla entró en la habitación y miró a Rosemond con una rara y helada expresión en la cara. Patrizia se sorprendió por el repentino extraño que había tomado el lugar de su hermana gemela.

"Nadie aquí quiere saber sobre su vida privada y la del Emperador." -dijo Petronilla-

"Pensé que todos querían saber." -respondió Rosemond con una sonrisa, pero la fría expresión de Petronilla no cambió-

"Te equivocas." -dijo Petronilla bruscamente- "Y como parece no saber nada, le diré que la reina acepta al emperador sólo en días señalados. Ella no puede servirle en todo momento. Ese es el trabajo de alguien menos noble que ella."

“…”

La cara de Rosemond se endureció. Petronilla parecía insinuar que Rosemond no era nada mejor que una prostituta. Sin embargo, la expresión de la concubina se relajó ligeramente y rebatió las palabras de Petronilla.

"Sería una tragedia si ella no pudiera ni siquiera servirle en los días señalados."

"Señorita Phelps." -advirtió Patrizia en voz baja- Debería terminar esto rápidamente antes de que el ambiente de la fiesta de té empeore. Cuanto más se prolongara esto, más sufriría su propia imagen. "Incluso aunque sea baronesa, no tiene permitido hablar de la vida privada de la reina."

“…”

"¿Entendido?"

Rosemond puso una mirada pensativa. "Quién sabe. Si simplemente lo considera un problema privado de Su Majestad... ¿no sería también un problema de sucesión?"

"No es algo de lo que usted, Señorita Phelps, tenga que preocuparse. Entiendo que está más interesada en la Familia Imperial por su proximidad a Su Majestad, pero hay una línea que no puede ser cruzada. Soy la reina del país, y eso significa que soy la esposa oficial de Su Majestad. ¿Hay alguna amante en el mundo que pueda hacerle frente a la legítima esposa de la casa?"

“…”

Era una forma educada de decir "La concubina debería dejar de inmiscuirse en el tema." Y una sonrisa insincera se formó en la cara de Rosemond. No dijo ni una palabra más. Patrizia se preguntaba si era porque no quería o porque no podía. Patrizia suspiró en su interior. Trató de mantener su cara calmada, pero su mente estaba agitada.

En cambio, tomó la delicada taza de porcelana que tenía delante, inhaló el aroma del té unas cuantas veces, y luego cambió el tema de conversación. "Ah, ahora que lo pienso, ¿no se casará pronto la hija del Conde Ayrland?"

*

La conversación de las mujeres duró mucho más de lo que Patrizia esperaba, pero al menos el estado de ánimo mejoró considerablemente desde el principio.

Sorprendentemente, Rosemond se quedó hasta el final de la fiesta, y aunque intervino con algunos comentarios aquí y allá, todas las mujeres de la nobleza la ignoraron. Por ahora, la posición de Patrizia era más fuerte que la de la concubina, pero sabía que podía ser revertida en un instante. Si no tenía el favor del Emperador, tenía que fortalecer su propio poder. Era la única manera de sobrevivir a un futuro complot de la amante.

Después de la fiesta de té, Petronilla se acercó tranquilamente a Patrizia. El humor de Petronilla parecía más oscuro que cuando Patrizia la vio por última vez, y miró a su hermana con preocupación grabada en su cara.

"Hermana, te ves triste. ¿Qué te pasa?"

"¿Preguntas qué pasa?" Petronilla temblaba como si no pudiera creer que su hermana no lo supiera. Patrizia se dio cuenta de que estaba hablando de Rosemond, y ofreció una sonrisa casual.

"Estoy bien, hermana." -dijo Patrizia con voz tranquila- 

"Pero yo no lo estoy, Su Majestad, quiero decir, Rizi. ¿Por qué dejas que esto suceda? ¿Es la concubina siempre tan irrespetuosa contigo?"

"No, fue sólo hoy." -respondió Patrizia- En realidad, algo similar sucedió hace unos días, pero ella decidió no mencionarlo. Si lo hiciera, tendría que hablar también de la actitud del Emperador. Patrizia sonrió y le habló con una voz reconfortante a su hermana. "Estoy bien. No discuto con la señorita Phelps, es lo de siempre"

"...Se burló de ti en la fiesta, Rizi." -dijo Petronilla- su voz temblorosa ante la ofensa. Patrizia miró a su hermana con una expresión mixta y abrió la boca para decir algo, pero Petronilla fue más rápida. "¿Hice... hice algo malo, Rizi? ¿No debería haber venido?"

"Nilla, eso no habría cambiado la situación. Simplemente estabas allí de pie." Patrizia agarró a Petronilla y la abrazó. "Prefiero que estés aquí, hermana."

"Ah..." Las lágrimas que Petronilla había estado conteniendo finalmente se derramaron sobre sus ojos y corrieron por sus mejillas. Ella sintió pena por poner este tipo de dificultades sobre Patrizia.

Como si Patrizia entendiera los sentimientos de Petronilla, apretó más su abrazo alrededor de su hermana. "Es mi elección. Me ofrecí como voluntaria."

"Rizi..."

"Nilla, ¿respetarás mi decisión?"

"... Lo haré." Petronilla limpió sus lágrimas, y el corazón de Patrizia se apretó cuando vio los ojos enrojecidos de su hermana. Se obligó a sonreír. Petronilla casi siempre quería ver su sonrisa.

"Por favor, saluda a mamá. Dile que estoy bien." -dijo Patrizia- La marquesa Grochester tenía un leve resfriado y no pudo asistir a la fiesta de té de hoy. Petronilla asintió con la cabeza, besó la frente de Patrizia y le dio otro abrazo de despedida. A Patrizia le rompió el corazón el hecho de que sólo había pasado poco tiempo con su hermana, y ya tenía que separarse una vez más. No tenían otra opción más que esperar.

*
 
Estruendo.

Varios cosméticos fueron derribados violentamente del tocador y rodaron por el suelo. Aunque la alfombra amortiguó su caída, varias de las delicadas botellas de vidrio se rompieron en el impacto.

Al oír el sonido, Glara entró corriendo a la habitación. "¡Mi señora!" -jadeó-

“…”

Rosemond miró amenazadoramente a su dama de compañía, y luego la golpeó con la palma de la mano en la cara. Glara volvió a tropezar en un aturdimiento.

"¿Qué es lo que quieres?" Rosemond se estremeció, su voz peligrosamente baja.

"Mi señora, ¿por qué..."

*Bofetada*

La cabeza de Glara giró de nuevo debido al impacto. Sus mejillas ardieron por la fricción, y se agarró la carne enrojecida con perplejidad. "Mi señ-" Antes de que pudiera terminar, fue golpeada por otra bofetada, y su mejilla comenzó a sangrar. Glara estaba a punto de llorar, pero sólo causó que el temperamento de Rosemond se encendiera aún más.

"¿¡Quién soy!?" -gritó-

"Una barone"...

"¡No!" Rosemond gritó como una loca, y Glara se estremeció. A Rosemond no le importó y siguió gritando. "¡Alguien que no es una reina!"

“…”

"¡Sabes! ¡Qué tan! ¡Insultada! ¡Me sentí!"
 
"Oh..." Glara ahora entendía por qué Rosemond actuaba de tan manera salvaje.

"Dirígete a mí como reina, Glara. ¿O me tratarás como a una concubina?"

"N-no, Su Majestad." -tartamudeó Glara- Si no apelaba a Rosemond ahora, su abuso continuaría. Glara tragó secamente y habló con voz nerviosa. "Pronto serás reina. Cálmese, Su Majestad. La actual Reina no puede tener hijos, así que, si espera un poco más, la ama del palacio pronto cambiará."

"Esta miserable vida..." Rosemond, que había estado gritando hasta ahora, comenzó a llorar, y Glara suspiró en su mente. Era el momento de calmar a la dama, y salió de la habitación para tomar un té calmante.

Rosemond, que ahora estaba sola en su habitación, miró mal a los alrededores e hizo una promesa.

"Sólo espera y verás. Me convertiré en reina y le devolveré las mismas palabras que escuché hoy.
¡A ambas chicas!" -Murmuró salvajemente para sí misma como un demonio loco- Tiró de las sábanas lo suficientemente fuerte como para hacer que sus nudillos se blanquearan.

*

Habían pasado diez días desde la última vez que Patrizia había visto a Lucio. Ella no había estado llevando la cuenta de sus reuniones, pero se sorprendió cuando se enteró del hecho. En cualquier caso, era bueno para su corazón ver su cara lo menos posible.

Sin embargo, poco después de que ella tuviera ese pensamiento, Lucio vino a visitarla.

"¿Qué pasa?" -dijo ella sin rodeos- Patrizia quiso saber inmediatamente el propósito de su visita, y no era como si estuviera aquí para intercambiar bromas de todos modos. Probablemente estaba aquí para exigirle o amenazarla de nuevo. Lucio miró a Patrizia parada ante él, y luego giró la cabeza.

"... Sabe que tenemos visitantes importantes la próxima semana, ¿correcto?"
 
Ah. Patrizia asintió. En una semana, una delegación llegaría del Imperio de Christa. Ella no sabía los detalles porque no estaba bajo su jurisdicción, pero sabía que se debía a problemas comerciales.

"Lo sé, Su Majestad."

"Ha habido algunos cambios en el programa. Se suponía que sólo los representantes iban a venir de visita, pero esta mañana preguntaron si sus esposas podían acompañarlos. No quiero negarme a mantener las relaciones fluidas, así que, ¿puedes ocuparte de las esposas de los representantes?"

“…”

Al final, Lucio vino a verla por trabajo. Le dio todo lo bueno a Rosemond, y todo el trabajo pesado y molesto a Patrizia. Ella se quejó en su interior, pero sabía que no había lugar para la negativa. Este era su trabajo como reina, y si Rosemond lo hacía en su lugar, disminuiría su propia autoridad como monarca.

"Lo haré." -dijo Patrizia con un guiño-

"No debería haber mucho de qué preocuparse. Oh, y hay una cosa más."

"Dígame."

"El Imperio de Christa no come cerdo por razones religiosas. Espero que tengas esto en mente cuando hagas los arreglos para la cena."

Debido a que el símbolo animal del Imperio de Christa que representaba a su dios era un cerdo, el consumo de carne de cerdo estaba prohibido bajo la ley imperial para proteger su santidad. No había otras restricciones para los demás tipos de carne.

Patrizia asintió con la cabeza en señal de comprensión. Lucio la miró críticamente, y luego abrió la boca para hablar.

"¿Cómo es el trabajo en la Casa Imperial?"