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lunes, 25 de mayo de 2020

Dama A Reina - Capítulo 10

Capítulo 10. ¿Cómo sabes eso?


“¿Es esa la tradición, duquesa?” -preguntó Patrizia-

“La tradición es...”

“¿No todas las reinas se encargaron de las responsabilidades dejadas por sus predecesoras?”

La duquesa Ephreney respondió rápidamente a la pregunta de Patrizia. “Unas cuantas, quizás más...”

“...”

“Esto será más conveniente para usted, su Majestad.”

“Obvio que lo será. Este no es un trabajo sencillo después de todo. Y, aun así, la administración de la Familia Imperial queda a manos de la reina y también funciona como algo simbólico para el Imperio Mavinous. No estás tratando de socavar mi autoridad, ¿verdad?”

“Lo ha malentendido, su Majestad. Yo solo estaba... solo iba a hacer esto por usted.”

“Si de verdad lo estabas haciendo por mí, entonces, ¿por qué restringir mi autoridad por un año? Ya hay rumores desfavorables acerca de mí y mi esposo.”

“...” La duquesa Ephreney se quedó callada. Ella sabía que Patrizia estaba hablando de Rosemond.

Patrizia no pudo determinar si estaba de parte de ella o de Rosemond. Por supuesto, la duquesa era de linaje noble y parecía razonable el asumir que apoyaría a Patrizia. Sin embargo, la duquesa Ephreney se puso una vez en contra de Petronilla en mi anterior vida. La verdad era que, no había nadie en quien Patrizia pudiera confiar verdaderamente, excepto aquellos que siguieron siendo leales a Petronilla en mi anterior vida.

Patrizia continuó. “Sé que posees más experiencia con estas cosas que yo. No tengo quejas sobre mantener las cosas como están ahora, pero yo siempre tendré la última palabra, como dicta la tradición. ¿Lo entiende?”

“Sí, su Majestad. Me disculpo.” -dijo la duquesa con una profunda reverencia-

Los ojos de Patrizia notaron las manos temblorosas de la duquesa Ephreney. ¿Acaso creía la duquesa que Patrizia estaba pisoteando su autoridad? Sería divertido, pero también descarado, si ella pensaba eso. Era parte de la psicología humana el creer que algo era tuyo después de haberlo tenido por mucho tiempo. Al igual que Rosemond pensaba que merecía la posición de reina después de haber estado con el Emperador por un año.

“Me familiarizaré con los documentos lo más rápido posible. Puedes retirarte.”

“Sí, su Majestad.” La duquesa Ephreney se volteó y dejó la habitación. Quizás, la duquesa estuviera maldiciendo y blasfemando sobre Patrizia. De todas maneras, no importaba. La persona más sencilla de domesticar era un desertor. Una vez que Patrizia formara una relación con Rosemond, no sería difícil controlarla.

Patrizia suprimió esos pensamientos y miró en dirección a la montaña de documentos que la duquesa Ephreney le había dejado. Una queja estuvo a punto de salir de la boca de Patrizia, pero, por el bien de su orgullo, pensó que debería comenzar a leerlos lo antes posible.

*

Al contrario de las expectativas de Patrizia, no ocurrieron incidentes después de aquello. Rosemond nunca vino a causar problemas, al igual que ninguna gran revelación ocurrió en el palacio. Tal vez, los recuerdos de muerte de Patrizia eran tan vividos que se había vuelto paranoica y veía problemas acechando detrás de cada esquina.

“Su Majestad, el Emperador está aquí.” -anunció una criada-

Patrizia se había estado sintiendo nerviosa acerca del Emperador desde su última visita hace unas semanas. Se sentía profundamente preocupada por lo que podría decir para herirla esta vez.

“Déjalo entrar, por favor.” -dijo Patrizia con calma-

Lucio entró en la habitación luciendo un elegante traje blanco. Sin embargo, Patrizia solo podía verlo como una dura tormenta de arena blanca.

“Saludos para su Majestad el Emperador.” -dijo Patrizia con una reverencia-

“Muy bien. Ahora, levántate.”

“Sí.”

Lucio se sentó en la mesa y Patrizia se preguntó qué tan larga iba a ser esta conversación. Tomó asiento y le ordenó a Mirya que trajera dos tazas de té. Patrizia pensó que era mejor estar sentados uno frente al otro en lugar de al lado, pero todavía era una experiencia incomoda. Su relación solo podía ser llamada amigable a duras penas.

“Vine para decirte algo.” -dijo Lucio- Lucio fue directo al punto incluso antes de que trajeran el té. Patrizia esperaba que el té llegara pronto para poder hacer algo con sus manos.

“Muy bien. Dime.”

“Sabes que ya tengo a alguien más en mi corazón.”

Después de una incómoda pausa, Patrizia respondió. “... Sí, se Majestad.” Patrizia sonrió con frialdad a modo de respuesta. Pretendió que ni siquiera conocía el nombre de la misteriosa mujer.

“Tengo la intención de darle un título de noble.”

“...”

Patrizia ya lo esperaba, pero no había esperado que Lucio fuera a ser tan directo. En lugar de fruncir el ceño, una gran sonrisa se formó en sus labios. Las intenciones de Lucio eran tan absurdas que Patrizia no pudo evitar encontrarlo divertido.

Lucio frunció el ceño como si sospechara que Patrizia se estaba riendo de él. “¿Qué pasa con esa expresión?”

“¿Por qué no debería de divertirme en esta situación, su Majestad? Haga lo que desea. Incluso si trato de detenerlo, seguirá adelante de todas formas.”

“Parece que no eres estúpida después de todo.”

“¿Es suficiente con el título de baronesa?”

“... ¿Cómo sabes eso?” -dijo Lucio con reticencia en la voz- “Ni siquiera he descrito como es todavía.”

“...”

Rayos. Patrizia había cometido un error. Pero se recuperó rápidamente. “Simplemente elegí el título más bajo. No puedes darle el título de duquesa directamente, ¿cierto, su Majestad? Pero... al juzgar por tu reacción, parece que ella no es una mujer de alta cuna.”

“... No hay forma de que conozcas tanto.”

“Pero, lo sé.” Ella será una nueva baronesa y yo debería saberlo, ya que soy la cabeza de la Familia Imperial. Más importante aún, si ella está residiendo en el palacio, entonces tendré que preparar un presupuesto para ella.”

“... Ella será una baronesa. ¿Necesitas más información?”

“Con eso será suficiente. ¿Deseas que me encargue de algo más?”

“Haz lo que quieras. Sin embargo, espero que nunca se conozcan.”

“No tienes que preocuparte por eso, a menos de que ella intente algo. No soy tan tonta como para romper la promesa que te hice, su Majestad.”

“...”

Lucio se puso de pie sin decir nada. No había tocado su taza de té en todo este tiempo.

Antes de que saliera de la habitación, Patrizia habló de nuevo. “No olvides lo que te pedí antes.”

“...”

“Si lo deseas, incluso te permitiré darle la posición de duquesa, pero solo hasta ahí y ni siquiera pienses en tener un hijo con ella.”

“...”

Lucio se fue sin contestar. Patrizia mordió su labio y miró hacía la dirección por la que se fue. Si él rompía su promesa, entonces, Patrizia no se quedaría de brazos cruzados. Un largo suspiro salió de los labios de Patrizia. “Haah...”

Era injusto. Después de todo, la existencia de la reina dependía del Emperador. No importa que tan poderosa sea la familia de la reina, si perdía el favor del Emperador, todo habría acabado. La única cosa que protegía a Patrizia ahora mismo era su linaje noble, al igual que el trabajo político que haría en el futuro. Mientras tanto, su esposo podía estar con quien él quisiera.

Patrizia agitó su cabeza. “No hablemos precariamente, Patrizia.” -dijo Patrizia para sí misma- Para prevenir la tragedia de su anterior vida, no debía actuar de manera celosa como hizo su hermana. Patrizia tuvo que reducir sus sentimientos hacía el Emperador incluso más que antes. Solo así su familia y ella sobrevivirían hasta el final. Era un hecho amargo, pero esa era su realidad.

*

“No puedo creerlo. Eso es ridículo.” -dijo Raphaella ferozmente- Normalmente, Patrizia le diría a su amiga que se contuviera, pero no esta vez. Para ser honesta, era de locos, pero lo que podía hacer tenía límites.

“Puede que sea loco, pero no es inaudito. Mi esposo es el emperador.” -dijo Patrizia- Patrizia se refería al hecho de que Lucio había declarado oficialmente que tendría una concubina. “No sé qué decirte.”

Raphaella no podía estar segura de sí Patrizia de verdad estaba siendo indiferente acerca de esto o si era una actuación. Bueno, no estaría mal fingir por el bien de ambos.

“¿No sabes que decir? Oh, Dios, su Majestad. No puede imaginar cómo me estoy sintiendo ahora mismo.”

“Puedo hacerlo, pero me divierte el hecho de que soy yo la que te está calmando a ti.”

Raphaella suspiró. El que Patrizia actuara de forma casual hacía que fuera más preocupante que si expresara cualquier otra emoción. Podía enojarse, llorar o incluso maldecir. Cualquier cosa. Era normal expresar emociones negativas, pero Patrizia no lo estaba haciendo. Permaneció tan impasible como una estatua.

“Realmente no tengo ni idea de lo que pasa por su cabeza, su Majestad.” -dijo abatida Raphaella- No era inusual que un Emperador tuviera una concubina. Sin embargo, si tu amiga era la reina, era un asunto totalmente diferente.

Raphaella suspiró de nuevo. “Quiero ver la cara de esta concubina. ¿Quién rayos es ella? Si los rumores son ciertos, entonces debería aparecer al menos una vez.”

Patrizia sonrió levemente. Ella era la única persona además del Emperador que conocía la identidad de la concubina. Patrizia miró disimuladamente a Raphaella. “La conoceremos eventualmente. Tal vez nos abofeteemos en las mejillas mutuamente.”

La cara de Raphaella se llenó de determinación. “No dejaré que nadie le haga daño, su Majestad. Incluso si estuvieran desarmados.”

Patrizia miró a Raphaella con una leve sonrisa en su cara como si la seriedad de su amiga fuera extremadamente linda. Pero deslumbrar estaría bien, ¿verdad? ¿O no funcionaría? Sin embargo, la sonrisa se borró rápidamente del rostro de Patrizia cuando murmuró ese nombre maldito para sí misma.

‘Rosemond...’

Rosemond era una mujer hermosa. No eran tan encantadora para ser llamada la belleza del siglo, pero tenía su propio encanto único. No era sorpresa que el Emperador cayera ante ella. Ella era una rosa con espinas. Espinas hechas para proteger su belleza y para amenazar a otras flores como Petronilla. Ahora, esas espinas estarían dirigidas hacía Patrizia. Patrizia no tenía intenciones de provocarla, pero si Rosemond hiciera un movimiento, Patrizia haría el suyo al instante. Sería silenciosa para atraer la menos cantidad de atención posible. Al menos por ahora, solo necesitaba mantenerse alerta.

Si fuera la Petronilla de su anterior vida, entonces sabría con exactitud los eventos venideros, pero, desafortunadamente, Patrizia era solo una transeúnte. Era porque no conocía bien ni al Emperador, ni a Rosemond. Ahora que tenía que concentrarse en conocer al enemigo antes de que un ataque la tomara por sorpresa. Ser reina no era algo fácil, mucho menos cuando tu oponente era la concubina favorita del emperador.

Raphaella interrumpió los pensamientos de Patrizia. “Si piensas de forma positiva, ella estaba bajo su jurisdicción, su Majestad. Después de eso, estará bajo la del Emperador.”

Patrizia asintió reflexivamente. “Odio admitirlo, pero que el Emperador tome públicamente una concubina es algo bueno. Antes de eso, la información estaba tan escondida que era difícil saber algo.”

Y, además, la baronesa era, sin duda alguna, una noble. Si la concubina era nombrada por el Emperador, Patrizia podría usarlo como un punto débil. Mientras pensara de forma positiva, podría hacer lo necesario.

Patrizia decidió dejar a su mente descansar y sonrió un poco.