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miércoles, 1 de abril de 2020

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 44

Capítulo 44. Una Persona Inmutable (1)



Para ser honesta, era escéptica sobre si la tensión entre nosotros podría aliviarse tan rápidamente, pero un rechazo solo empeoraría nuestra relación.

"..."

Sabía que la respuesta racional era sí. Una relación no armoniosa entre el emperador y la emperatriz revelaría debilidad a nuestros enemigos, e incluso si Sovieshu amaba a otra mujer, era mi deber mostrarles a todos que estaba en buenos términos con él.

"¿Emperatriz?"

Sin embargo, la respuesta se atoró en mi garganta. Mi orgullo estaba herido. Era difícil no verse afectada por emociones fuertes cuando mi marido amaba a otra mujer y la tomaba como su concubina. Antes, cada vez que Sovieshu y yo teníamos problemas se podía ignorar, pero ese ya no era el caso. Cualquiera con una pizca de ingenio sabía que cada vez que peleábamos, se trataba de Rashta.

"Sí."

Forcé una sonrisa y asentí.

"Estoy deseando que llegue."

Cuando escuchó mi respuesta, Sovieshu sonrió y volvió a levantar el brazo.

"¿Caminamos juntos?"

"Por supuesto."

Paseamos juntos por los terrenos sin decir nada. Nuestros zapatos resonaron en el camino de piedra, y la brisa golpeó agradablemente en nuestras caras. En el pasado, había dado muchos paseos agradables con Sovieshu y había compartido silencios cómodos con él. Todo esos días formaban parte del pasado...

Retuve un suspiro, y Sovieshu rompió el silencio.

"¿Sabías que el Gran Duque Kapmen todavía está aquí en el palacio?"

"Sí."

Por supuesto, había revisado los documentos relevantes, pero ¿por qué mencionó al Gran Duque Kapmen de repente? Levanté la vista, y Sovieshu me explicó.

"Kapmen quiere abrir relaciones diplomáticas entre Rwibt y el continente Wol."

‘Oh... ¿es para eso que está aquí?’

"Los funcionarios tienen diferentes opiniones sobre si es beneficioso o no. El continente Hwa donde se encuentra Rwibt es ciertamente exótico y atractivo, pero es muy diferente del continente Wol. Además, estamos demasiado lejos para influir significativamente entre nosotros."

"Los esfuerzos por establecer el comercio supondrían una enorme carga para las arcas estatales."

"Exactamente. Hay tantas cosas que discutir. ¿Cuál es la opinión de la emperatriz?"

"El Gran Duque Kapmen se graduó de la academia mágica en Wirwol. Autónoma o no, está claramente en territorio del Imperio Oriental. Rwibt puede ser muy diferente en cultura, pero el gran duque ha pasado muchos años en este Imperio y debe haber pensado en ello más que nadie. El Imperio Oriental está en una posición relativamente buena para abrir relaciones diplomáticas, así que no hay razón para perder esta oportunidad."

Sovieshu me consultaba frecuentemente sobre diferentes temas, y yo naturalmente le respondía. Él asintió de acuerdo. Sin embargo, en lugar de comentar mi respuesta, cambió ligeramente de tema.

"¿Alguna vez has tenido una conversación privada con el Gran Duque Kapmen?"

El Gran Duque Kapmen. Me criticó por no tratar con Rashta correctamente. ¿Debería llamarse eso una conversación?

"Sólo brevemente…"

Bien, lo llamaré una conversación. Sovieshu habló de nuevo.

"Kapmen dijo que si abriéramos relaciones diplomáticas con Rwibt, le gustaría que la Emperatriz se involucrara."

"¿El Gran Duque Kapmen?"

Sovieshu parecía preguntarse qué tipo de palabras compartíamos Kapmen y yo, pero yo estaba igual. ¿Por qué me criticó Kapmen entonces?

"Dijo que te quiere en la próxima reunión."

***

Después de una conversación que comenzó con mi cumpleaños y terminó con Kapmen, Sovieshu regresó al palacio del este, mientras yo paseaba sola un poco más. Sin embargo, los pensamientos sobre Kapmen y mi cumpleaños se sentían distantes.

Francamente... era escéptica. ¿Rashta, que quería asistir a un banquete especial para sólo veinte personas, nos dejaría pasivamente a mí y a Sovieshu irnos solos a la villa? Bueno... había una alta probabilidad de que fuéramos tres en vez de dos, y estaría completamente estresada.

Suspiré al acercarme a una fuente, cuando vi al Príncipe Heinley. Me detuve sorprendida. Estaba exactamente en el mismo lugar donde lo dejé. Pensé que habría salido a caminar o que habría regresado a sus aposentos, entonces, ¿qué estaba haciendo todavía aquí?

"Reina."

¿El príncipe Heinley había percibido mis sentimientos? Giró la cabeza y sonrió.

"¿Por qué no te has ido todavía?"

Me acerqué al lugar donde estaba sentado junto a la fuente y salpicando el agua con una mano.

"Hmm... ¿puedo decirte la verdad?"

Sacó la mano del agua y sonrió suavemente.

"Estaba esperando que regresaras."

"!"

"Cuando uno se pierde, debe permanecer donde está."

"¿No sabes el camino?"

"No intuitivamente."

Saqué un pañuelo y se lo ofrecí con una sonrisa. Lo tomó y se secó la mano, luego guardó el pañuelo.

"Mi pañuelo."

Se rió entre dientes mientras yo extendía mi mano avergonzada.

"No te preocupes. Te lo devolveré después de lavarlo."

"Está bien."

"Pero de esta manera podemos vernos de nuevo, ¿verdad?"

Sonrió con facilidad, y asentí ante su tono juguetón. Al mismo tiempo, recordé lo que dijo hace unas horas.

"Príncipe Heinley. Sobre mi cumpleaños—"

Dijo que estaba aquí para mi cumpleaños, aunque no pensé que fuera del todo cierto. Parecía querer pasar tiempo conmigo, sentí pena y quería su comprensión.

"No creo que podamos pasar tiempo juntos y comer."

"¿No podemos?"

"El emperador quiere ir a la villa real. Solo él y yo."

"Ah..."

Sus labios se separaron y parpadeó aturdido, hasta que murmuró un "Sí, ya veo."

"Lo siento."

"No, es tu cumpleaños, y no tienes que sentir lástima por mí."

"..."

"Por favor, no lo lamentes. No quiero presionarte."

***

"Debes estar sintiendo mucha presión..."

Sir McKenna miró torpemente la escena que tenía delante. Separados ante él había varios anillos de joyas, posesiones preciadas asociadas con varias leyendas. El príncipe Heinley generalmente los llevaba en una bolsa encantada, pero ahora los había sacado todos para examinar cada uno. Iba a regalar uno de estos preciosos anillos a la emperatriz de otro país. McKenna no pudo evitar quedar perplejo.

"¿Por qué estás regalando un anillo de repente?"

"Cumpleaños."

"¿De la emperatriz Navier?"

"Mmm."

"¿Cómo lo sabes?... ¿Y no es demasiado el regalo? El Imperio Oriental puede ser prestigioso, pero también lo es el Reino Occidental. No hay una brecha lo suficientemente amplia entre los países como para ofrecer tal tributo."

El Príncipe Heinley puso las joyas de nuevo en su bolsa.

"Elegiré cuando no estés cerca. Eres un fastidio."

En su lugar, sacó un pañuelo.

"¿Que es eso?"

"¿No lo ves? Es un pañuelo precioso."

El príncipe luego se transformó en un pájaro, sosteniendo el pañuelo en su pico voló frente a McKenna y apuntó con una garra a su cuello.

"¿Quieres que lo ate allí?"

McKenna anudó el pañuelo al cuello del pájaro, y fue recompensado con un ligero golpe de cola. Luego, el príncipe salió volando por la ventana, y McKenna frunció el ceño mientras lo veía desaparecer.

El pañuelo parecía haber sido bordado con la letra "N"...

"¿El amigo de cartas del príncipe Heinley es la Emperatriz Navier?"