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viernes, 24 de abril de 2020

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 159

Capítulo 159. Esperando La Felicidad (2)




Al mismo tiempo.

El Vizconde Roteschu todavía estaba furioso con Rashta. Cuando solo eran los dos, Rashta lo despreciaba hasta cierto punto, pero estando con sus padres, se mostraba descaradamente irrespetuosa. Aunque el Vizconde Roteschu no era uno de los nobles más poderosos, todavía reinaba como un rey sobre su finca. Se quedó atónito al ser insultado por su propia antigua esclava.

"Ya veremos. ¿Ella piensa que esto se quedará así?"

Se sonó la nariz con la manta. ¿Cómo podría vengarse de Rashta sin arruinar su valor? ¿Cómo podría quebrantarla y hacerla obediente a él?

Cuando volvió a desplomarse en la cama, vio pasar a su hijo Alan. En sus brazos llevaba al bebé que se parecía a Rashta. Ahn se rió amorosamente mientras Alan le hacía sonidos de arrullo.

¡Ese estúpido idiota! El Vizconde Roteschu sacudió la cabeza, lamentando que su hijo adorara tanto a un niño que no podía tomar oficialmente el apellido. Sin embargo, cuando el Vizconde Roteschu miró al bebé, un pensamiento le vino a la mente y gritó "¡Ajá!"

El bebé. ¡Su nieto era la debilidad de Rashta! ¿No debería mostrarle el bebé a Rashta al menos una vez? No importa cuánto la favoreciera el Emperador, eso no significaba que fuera invulnerable. El Vizconde Roteschu sonrió y llamó a Alan.

"Ven aquí, Alan."

"¿Qué sucede, padre?"

Cuando Alan se acercó, el Vizconde Roteschu extendió las manos como si fuera a cargar al bebé.

"¿Padre?"

Los ojos de Alan se abrieron de par en par. Parecía extraño que su padre, que una vez se negó a tocar al bebé, quisiera cargar a Ahn por su propia cuenta. El bebé extendió sus manos, sonriendo alegremente. El Vizconde Roteschu, sonrió con maldad y dijo, "Sí, soy tu abuelo."

Sin embargo, el vizconde cambió de opinión menos de media hora después. Un amigo que a menudo venía a informarle de las noticias de la sociedad lo visitó.

"Vizconde. ¿Se enteró?"

"¿Qué? ¿Algo inusual?"

"¡El Emperador podría divorciarse!"

El Vizconde Roteschu lo miró asombrado.

"¿Qué quieres decir? ¿Divorcio?"

"No lo sé. El Sumo Sacerdote llegó de la nada y conversó tanto con el Emperador como con la Emperatriz."

"¿?"

"¿Lo dudas? Por supuesto que significa divorcio. ¿No lo entiendes?"

El Vizconde Roteschu no lo entendió. Desde su infancia, vivió una vida lejos de la política de la capital, y no sabía cómo procedería el divorcio de la Emperatriz. Cuando escuchó a su amigo, finalmente le trajo claridad. Su amigo bebió tres vasos de agua como si también estuviera sorprendido por esta noticia.

"Debe ser por la Señorita Rashta. Su Majestad está completamente cautivado por ella. ¡Totalmente loco!"

El Vizconde Roteschu tuvo una reacción muy diferente de la emoción de su amigo. ¿El divorcio del Emperador fue a causa de Rashta? Decidió que tenía que observar cuidadosamente la situación. No sabía cómo se desarrollaría todo esto— ¿Rashta se beneficiaría o se vería perjudicada por el divorcio? No había forma de saberlo. Si las chispas salpicaban a Rashta, entonces él abandonaría la capital inmediatamente. Si eso la beneficiaba, ¡entonces él se aprovecharía de ello!

Sin embargo, Rivetti, tuvo una reacción muy distinta. Ella había venido a recoger el té de su padre incapacitado y de su amigo cuando escuchó la noticia. Dejó caer la taza que sostenía y gritó.

"¡Imposible!"

El amigo se sorprendió por el sonido de los cristales rotos. Los ojos de Rivetti estaban muy abiertos por la sorpresa. ¿Dije algo malo? Mientras el amigo parpadeaba confundido, Rivetti se dio la vuelta y salió corriendo.

"¿Rivetti? ¡Rivetti!"

El Vizconde Roteschu sabía que Rivetti veneraba a la emperatriz como un ídolo, se levantó de la cama y llamó a su hija. Sin embargo, le dolían tanto las piernas que cayó al suelo con un fuerte golpe.

Rivetti fue a su habitación, se puso la capa y los guantes, luego se marchó. Pronto llegó al palacio después de instar al conductor de su carruaje a ir rápido, se acercó a un guardia y solicitó ver a la Emperatriz. Rivetti tomó el té con la Emperatriz, y ella le pidió que la llamara hermana, así que tal vez eran cercanas...

Cuando la joven noble rompió en llanto, el guardia finalmente llamó a una de las damas de compañía de la Emperatriz y le contó la historia.

"Rivetti Rimwell está llorando porque desea visitar a Su Majestad."

La dama de compañía conocía el nombre de Rivetti y se lo comunicó a Navier.

***

No esperaba que Rivetti viniera llorando a verme esta noche.

'¿Qué esta pasando?'


Parpadeé perpleja, pero no podía rechazar a una joven que había venido a verme tan tarde. Cuando salí al salón, ella estaba llorando con una taza de chocolate caliente que las damas de compañía le habían dado. Ante mi aparición, ella saltó y lloró más fuerte.

"¿Lady Rivetti?"

Al acercarme a ella con sorpresa, vi más claramente el río de lágrimas que corría por su cara.

"Su Majestad. Su Majestad. ¿Es verdad?"

"¿?"

"¿D-De verdad va a divorciarse?"


Las damas de compañía se pusieron notablemente rígidas después de su pregunta. Pude ver que la misma pregunta estaba en sus labios después de la visita del Sumo Sacerdote, pero cerraron sus bocas y fingieron no saber. La franqueza de Rivetti las sorprendió.

"¡Lady Rivetti!"

La Condesa Eliza la regañó rápidamente, pero la curiosidad también era evidente en su rostro.

Ya había llegado a esto— ¿qué más podía ocultar? Todos sabían sobre el proceso de divorcio entre un emperador y una emperatriz.

"Está bien, Condesa Eliza."

Le respondí con toda la calma que pude, y le di una sonrisa amable.

"Eso es correcto, Lady Rivetti."

Laura gritó. Las otras damas de compañía también comenzaron a murmurar entre ellas. Rivetti estalló en lágrimas, y las damas corrieron hacia mí.

"¿Es esto cierto?"

"¿Fue por eso que el Sumo Sacerdote vino a hablar con usted?"

"¿El Emperador le está pidiendo el divorcio, Su Majestad?"

"¡No puede ser!"

"¡No puede aceptarlo!"

Cuanto más hablaban las damas, más rojos se ponían sus rostros. Rivetti se las arregló para calmarse un poco, y habló con una voz audaz.

"Es por Rashta, ¿verdad?"

"..."

"Su Majestad. ¿Lo que está sucediendo es por culpa de Rashta?"

Las damas se callaron al mismo tiempo. Todas parecían tener el mismo pensamiento, a pesar de que no dijeron nada.

Reflexioné por un momento sobre qué decir. Rashta tiene una relación con mi esposo, se acuesta con él, me imita, se burla de mí, y miente sobre mi hermano y mi persona. Sovieshu se involucró con otra mujer, se acuesta con ella, me humilla, nos convierte en el hazmerreír y destruye nuestra confianza. Lo que sea que hizo Rashta, él se puso de su lado, quería hacerla emperatriz, y decidió divorciarse de mí. Si alguien tenía una mayor responsabilidad por el divorcio, era Sovieshu. Hablando emocionalmente, ambos eran responsables. Rashta era tan mala como Sovieshu. Pero, ¿cómo podría expresar un sentimiento tan complicado en unas pocas palabras?

"Ven—Vengaré a Su Majestad."

Cuando no dije nada, Rivetti habló, apretando el puño.

"Definitivamente la vengaré."

"... Esta bien."

Sonreí y le di unas palmaditas en la espalda. ¿Cómo podría vengarse? Uno es el emperador, y el otro pronto sería emperatriz. Rashta odiaba a Rivetti. Había una mayor posibilidad de que Rashta se vengara.

"Rivetti. Piensa en ti misma, no en la venganza."

"¡No! Si... si se divorcia, ¡la seguiré, Su Majestad! ¡Puede vivir conmigo! ¡La apoyaré!"

Eso ciertamente no era posible. Es un honor entre los nobles servir a la emperatriz, pero no a una que fue destituida de su puesto. Además, no podía llevar a Rivetti al Reino Occidental conmigo.

"Lady Rivetti, eres una persona muy amable y maravillosa."

Después de sonreír y calmarla, me incliné y le susurré al oído.

No te enredes con Rashta.

No te obsesiones con el pasado, y concéntrate en ser feliz en el presente.

Después de pedirle a un caballero que escoltara a Rivetti a su casa, fui a mi habitación y escribí una carta a mis damas de compañía y a Sir Artina. Si mi nuevo matrimonio tuviera éxito o no, igualmente tendría que despedirme de ellos. Quería hacerlo de antemano.

Muchas gracias. Gracias por todo. Olviden toda su ira y sean felices.

"..."

Las lágrimas se formaron en mis ojos mientras escribía. Las gotas cayeron sobre el papel, así que miré hacia el techo.

De repente, hubo un fuerte golpe en la ventana.

'¿Es el pájaro azul?'

Giré la cabeza sorprendida. McKenna sabía lo de las flechas. ¿Estaba aquí otra vez? Corrí hacia la ventana con asombro, y había un pájaro en el alféizar de la ventana. Pero no era el pájaro azul.

"¡Reina!"