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jueves, 23 de abril de 2020

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 150

Capítulo 150. Encuentro En El Reino Occidental (1)



"¿De verdad se va a divorciar, Su Majestad?"

"Dije que lo haría."

La cara de Sovieshu estaba fija. El Marqués Karl salió de la habitación con una expresión sombría, y regresó unos quince minutos después con algunos documentos en la mano. Era una solicitud de divorcio del Sumo Sacerdote.

Sovieshu colocó la solicitud en el centro de su escritorio, sumergió la pluma en un tintero y miró el papel. Incluso ahora, el Marqués Karl esperaba fervientemente que Sovieshu cambiara de opinión.

"..."

Pero no hubo cambio. La punta de la pluma flotaba sobre el papel. Una gota de tinta negra cayó sobre la hoja blanca, y Sovieshu inmediatamente comenzó a escribir los motivos del divorcio. Escribió cómo Koshar Lilder Troby empujó a Rashta cuando estaba embarazada, cómo secuestró y agredió al Vizconde Roteschu, y cómo sobornó a una pareja noble para que se hicieran pasar por los padres de Rashta. Sovieshu intentó acabar con todo esto desterrando a Koshar, pero el hombre continuó persiguiendo a Rashta y su bebé después. Sovieshu tenía que proteger esa débil vida en su vientre.

Finalmente, Sovieshu dejó la pluma, cerró los ojos y levantó la cabeza. La pálida cara de la Emperatriz después de desmayarse apareció en su mente. Su corazón se sentía tan pesado como una piedra, y el sentimiento de ansiedad en él creció.

'¿Era esta la elección correcta?'


"Su Majestad."

La voz del Marqués Karl lo sacó de sus pensamientos, y Sovieshu abrió los ojos. Después de colocar los papeles de divorcio en un sobre, lo selló con cera y estampó su sello. Rápidamente extendió la carta al Marqués Karl, como si la misma estuviera a punto de explotar. El marqués la aceptó con ambas manos, pero dudó en salir de la habitación y murmuró incomprensiblemente.

"Ve. Entrégala."

El Marqués Karl siguió murmurando después de recibir la orden, y Sovieshu le lanzó una mirada inquisitiva. El marqués se armó de valor y habló.

"Su Majestad, ¿realmente necesita hacer esto? Quizá necesite más tiempo para pensar..."

"¿No estoy haciendo esto porque no tengo tiempo?"

"La emperatriz todavía es joven. Si es estéril o no, aún no es concluyente."

"A pesar de ser tan joven, no ha tenido un bebé."

Sovieshu cerró los ojos con una expresión de dolor.

"Sin mi bebé, el próximo en la línea de sucesión será el Gran Duque Lilteang. Pero la realidad es que su hijo, Sheir, es probablemente quien sucederá."

"El joven Lord Sheir..."

El Marqués Karl no pudo terminar de hablar.

El Gran Duque Lilteang era un hombre ambicioso, pero era consciente de sus propias capacidades y mostraba poco interés en el trono. Aunque su hijo Sheir era un buen chico, su débil voluntad hizo que se dejara influenciar fácilmente. Si Sheir se convirtiera en el emperador, se convertiría en el gobernante más indeciso de la historia, mientras que su padre ejercería el verdadero poder detrás de su hijo. Era una situación que podía llevar fácilmente a la corrupción.

"Pero Su Majestad. Quizá la Emperatriz pueda tener un bebé pronto. Podemos esperar unos años más, y si no hay ninguno, puede buscar un nuevo sucesor."

"En esos años, mi primer hijo habrá crecido. ¿Qué pasa si ese primogénito se siente herido por el hecho de que su hermano mucho más joven es el heredero?"

"..."

Sovieshu agitó su mano.

"Es como se rumorea. La Emperatriz es estéril."

El Marqués Karl dudó antes de preguntar.

"¿Por qué está tan seguro?"

No dejaba de preguntarse cómo podría ser. Sabía que Sovieshu soñaba con ser padre, pero el Marqués Karl no podía entender por qué estaba tan seguro de que la Emperatriz Navier era estéril.

Sovieshu parecía estar a punto de responder a la pregunta, pero entonces sacudió la cabeza.

"Entrega la carta. Tendré que decírselo al Sumo Sacerdote en privado en cualquier caso."

'Aunque hables con el Sumo Sacerdote, no podré escucharlo cuando lo hagas.'

El Marqués Karl pensó estas palabras para sí mismo, pero no se atrevió a decirlas en voz alta, y se marchó.

***

El Vizconde Roteschu no había visitado a Rashta en semanas. El vizconde fue secuestrado y agredido por Koshar, le cortó la oreja y ahora se encontraba en cama todo el día para recibir tratamiento. Pero sin importar cuán competente fuera la atención médica, su oreja no podía ser salvada.

"Me alivia que tu tímpano no haya resultado dañado. Fue solo la carne exterior."

"Me han cortado la oreja, ¡y crees que son buenas noticias!"

"Es mejor que tener el tímpano dañado."

"¡Lo mejor hubiese sido que no me pasara nada! ¡Hijo de puta, fuera! ¡Fuera!"

Alan apretó a su hijo en sus brazos mientras el Vizconde Roteschu lo maldecía. Le preocupaba que su padre se volviera medio loco, mientras Roteschu yacía en la cama, resoplando furioso.

"Padre, ¿no quieres abrazarlo?"

"¡Fuera! ¡Fuera!"

Alan pensó que el Vizconde Roteschu se sentiría más relajado si abrazaba a su nieto, pero rápidamente salió de la habitación cuando la cara del vizconde se puso tan morada como una batata. Mientras Alan caminaba con su bebé que lloraba, sus pensamientos se dirigieron a Rashta.

Quería mostrar que su bebé se parecía a ella...

De repente, se topó con Rivetti llevando un plato de sopa por las escaleras.

"¿Que estabas haciendo?"

"Fui a visitar a mi padre."

"¿Con ese bulto? Déjalo en paz. Solo harás que padre se empeore."

"... Ese 'bulto' es tu sobrino."

"Lo siento. Pero cuando miro su cara, no puedo pensar en nada bueno."

"Rivetti."

"Podría amarlo como a un sobrino. Pero no se parece a ti— parece una copia de Rashta."

Rivetti le pasó por delante con el plato de sopa. Alan suspiró y besó la encantadora frente de su bebé. Mientras bajaba las escaleras, escuchó un grito repentino desde la habitación del Vizconde Roteschu. Curioso, Alan volvió a subir las escaleras y entró de nuevo en la habitación de su padre.

"¿Padre?"

El Vizconde Roteschu temblaba mientras miraba un periódico.

"¿Padre? ¿Estás bien?"

Alan presionó al bebé contra los brazos de Rivetti y se acercó a su padre.

"¿Padre? ¿Estás cuerdo?"

"¡Maldito muchacho! ¡Por supuesto que estoy cuerdo!"

Al determinar que el vizconde parecía estar bien, Alan tomó de nuevo al bebé en sus brazos.

"¿Qué pasa? Escuché el sonido de un cerdo siendo estrangulado."

El Vizconde Roteschu arrojó el periódico a su hijo, y cayó sin fuerzas sobre su hombro. Alan recogió el periódico, lo dejó sobre una mesa y lo desdobló con una mano.

¿Qué fue lo que hizo enojar tanto a su padre? No había mucho contenido interesante en el periódico— una panadería emergente llamada Bala y Haley, anuncios sobre modistas y diseñadores, escándalos familiares... era lo de siempre.

"¿Eh?"

Alan hizo una pausa en una parte. Había una historia de cómo dos parejas afirmaban ser los padres de la concubina plebeya. Ambas parejas eran nobles.

"¿Padres nobles?"

Alan murmuró para sí mismo con asombro. El artículo es obviamente sobre Rashta. ¿Padres nobles?

El Vizconde Roteschu se quitó furiosamente la manta.

"¡Es imposible! ¡Como si esa mocosa tuviera padres nobles!"

Alan se volteó hacia su padre.

"¿Sabes quiénes son los padres de Rashta?"

"¡Sé que esos padres son falsos! ¡Son impostores!"

El Vizconde Roteschu jadeó mientras se levantaba de la cama.

"¡Padre, aún no puedes levantarte!"

Rivetti estaba demasiado asustada para detenerlo, y el Vizconde Roteschu le gritó a un sirviente.

"¡Trae mi ropa! ¡Tengo que ir al palacio!"

"¡Padre!"

"¿Padres nobles? Eso es ridículo. Me pregunto de dónde son esos estafadores. ¡O tal vez les pagaron para ser padres falsos!"

Mientras el Vizconde Roteschu tuviera a Ahn, podría continuar amenazando a Rashta. Sin embargo, no tenía la intención de compartir su mina de oro con otros. ¡No dejaría que nadie se acercara con un pico!

La ira ahogó su dolor. Sin embargo, cuando el Vizconde Roteschu llegó al palacio, Rashta no se veía por ninguna parte en sus aposentos.