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viernes, 17 de abril de 2020

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 127

Capítulo 127. El Guardián De Los Secretos (2)



"Entonces, ¿el número de magos en verdad está disminuyendo?"

"Sí, ha estado sucediendo durante casi dos décadas. El problema es que la tasa de disminución ha aumentado dramáticamente en los últimos años."

"¿Cual es la causa?"

"Todavía estamos tratando de averiguarlo."

Era medianoche. Sovieshu se recostó en el sillón mientras recordaba su conversación con el jefe de la oficina de magos. Juntó los dedos y los colocó debajo de su barbilla, pensando en las consecuencias que tendría la situación.

El número de magos preciosos estaba disminuyendo...

El Imperio Oriental todavía tenía una gran fuerza nacional, siendo su ejército la siguiente fuerza más poderosa a su disposición. Sin embargo, los magos los superaban por mucho en poder. ¿Qué pasaría si los magos desaparecieran? Otros países aprovecharían este vacío para fortalecer sus propias naciones.

"Tendremos que aumentar el tamaño y el presupuesto del ejército."

Tan pronto como tomó su decisión, sacó una hoja de papel y escribió una lista de directivas para entregar a sus funcionarios. Iba por la mitad cuando un sirviente se le acercó, informándole de la llegada de uno de los mensajeros del Marqués Karl.

'¿Marqués Karl?'

Sovieshu le ordenó entrar. El Marqués Karl sabía que estaba ocupado en su viaje de inspección. El mensajero que entró en la habitación parecía exhausto, como si hubiera venido con mucha prisa.

"¿Qué pasa?"

Sovieshu se saltó el saludo y fue directo al grano, preguntándole sobre la causa de la urgencia. El mensajero se arrodilló y le tendió un sobre.

"El Marqués Karl me ordenó entregarle esto a Su Majestad."

"¿Una carta?"

Sovieshu tomó el sobre y sacó el papel.

"..."

Los ojos de Sovieshu se posaron en la carta mientras la leía. Luego, en un momento dado, se congeló como una marioneta de madera.

El hombre que entregó la carta miró a Sovieshu con preocupación. ¿Qué era? Cuando la expresión de Sovieshu se volvió más oscura, el mensajero se sintió aún más incómodo. Finalmente, Sovieshu cerró la carta.

"Primero, salven al Vizconde Roteschu, y luego confinen a Koshar en su casa."

El hombre miró a Sovieshu con sorpresa. No tenía ni idea de lo que contenía la carta, pero fue impactante que el hermano de la Emperatriz fuera puesto bajo arresto domiciliario. Sin embargo, el mensajero no estaba en condiciones de expresar sus opiniones al Emperador.

"Sí, Su Majestad."

El hombre hizo una reverencia y volvió a salir rápidamente.

***

El Vizconde Roteschu había dicho que visitaría el Palacio Imperial, pero aún no había regresado. Alan, que había estado cuidando distraído al bebé, comenzó a preocuparse cuando su padre aún no había regresado al día siguiente.

'¿Paso algo?'

Inquieto, Alan se vistió con su mejor ropa y se preparó para entrar en el Palacio Imperial. Era obvio con quién se fue a encontrar su padre.

Rashta.

Alan le preguntaría sobre su padre, pero también quería volver a verla.

Antes de salir de casa, le cortó un mechón de cabello al bebé, lo envolvió en un paño suave y se lo guardó en el bolsillo del pecho.

El Palacio Imperial tenía varias entradas, algunas de fácil acceso y otras no. El corazón de Alan latía salvajemente luego de ingresar por una de las entradas de más fácil acceso, y esperó nerviosamente en el patio con el mensaje de que quería encontrarse con Rashta. Poco después, una sirvienta se acercó a Alan y lo condujo a otro jardín pequeño y tranquilo. No estaba familiarizado con las áreas del Palacio Imperial, pero ciertamente este no era el lugar de Rashta.

Rashta apareció y Alan sonrió reflexivamente cuando la vio. Sin embargo, la expresión de ella permaneció fría como una piedra.

"¿Qué sucede?"

Se detuvo a cinco pasos y habló en voz baja, pero aguda. Alan se estremeció ante su hostilidad, pero después de un momento de vacilación sacó la tela de su bolsillo.

"¿Y bien?"

"Quería darte esto..."

"¿Qué es?"

"Cabello."

"¿Esto es una broma?"

"El cabello en el interior."

Rashta le dio una palmada en la mano y la tela cayó al suelo. La fina tela se desdobló, revelando un mechón de cabello plateado del mismo color que el de Rashta.

"Oh... lo siento. Pensé que te gustaría..."

"Ese niño es tuyo, no de Rashta. ¿Por qué me gustaría?"

"Claro. Si. Lo siento."

Alan se disculpó, pero no pudo reprimir la decepción que crecía en su interior. Pensó que el hecho de que Rashta les organizara una mansión en la capital significaba algo.

"¿Viniste aquí por esto?"

Miró a Alan con la molestia escrita en su rostro. Cualesquiera que fueran sus intenciones, ella consideraba al hombre que tenía delante una amenaza. Estar los dos juntos no se vería bien.

Alan hizo un pequeño ruido al recordar su verdadero propósito de venir aquí.

"¿Te reuniste con mi padre ayer?"

¿El Vizconde Roteschu? No."

Rashta frunció el ceño ante su respuesta.

"¿No vino?"

"¿Por qué?"

"Dijo que iba a verte, y no lo he visto desde..."

Alan se apagó débilmente.

Después, Rashta ordenó a la sirvienta que escoltara a Alan. Cuando él se fue, ella apretó los labios con inquietud.

¿El Vizconde Roteschu iba a visitarla y luego desapareció? En cualquier otra circunstancia ella habría asumido que simplemente cambió de opinión, pero Sovieshu le había dicho hace poco que alguien estaba detrás del vizconde. ¿Había una conexión? Sovieshu estaba fuera, y no había nada que él pudiera hacer aquí.

Rashta maldijo por dentro y estaba a punto de abandonar el jardín, pero se detuvo cuando vio la tela y el mechón de cabello en el suelo.

"..."

Miró a su alrededor, y luego se agachó para recoger la tela y el cabello. El cabello realmente era del mismo color que el suyo, pero era más suave, como el de un bebé. Rashta lo miró con ojos temblorosos, luego enrolló la tela y volvió a su habitación.


***

Esa noche.

El mensajero llegó a la capital y transmitió la orden de Sovieshu al Marqués Karl, quien hizo los arreglos para rescatar al Vizconde Roteschu de la mansión abandonada.

Se dejó en manos de la Guardia Imperial del Emperador el confinamiento de Koshar en su casa. Era difícil controlar a Koshar por pura fuerza física, así que se hizo con la autoridad del Emperador.

Koshar le contó a su amigo el Marqués Farang lo sucedido con el Vizconde, quien escuchó su historia y lanzó alabanzas. Fueron interrumpidos por una conmoción afuera, y el Marqués Farang salió a la escalera y observó el vestíbulo de entrada. Los guardias estaban informando a la Duquesa Troby de las órdenes del Emperador. El Marqués Farang se apresuró a volver a la habitación de Koshar.

"La guardia del Emperador está aquí. Te están poniendo bajo arresto domiciliario."

"Ja."

"Tal vez él sabe que amenazaste al Vizconde Roteschu y quiere silenciarte."

Se escuchó el sonido de varias personas subiendo las escaleras.

"No me quedaré aquí. Iré a ver a la Emperatriz y le contaré sobre esto."

El Marqués Farang abrió la ventana y saltó.

***

"Su Majestad."

Estaba leyendo el último libro sobre Rwibt dejado por el Gran Duque Kapmen, cuando la Condesa Eliza se acercó y me susurró nerviosamente al oído.

"El Marqués Farang ha venido a verla."

"¿A esta hora?"

Mis ojos se posaron en el reloj. Era muy tarde.

'Algo malo está ocurriendo.'

Para que el Marqués Farang viniera a visitarme en este momento, tenía que ser algo serio.

"Déjalo entrar."

Cerré el libro y lo puse en la ventana, luego me levanté para ir al salón. Un momento después, la puerta se abrió y entró el Marqués Farang con una expresión ominosa.