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viernes, 17 de abril de 2020

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 126

Capítulo 126.  El Guardián De Los Secretos (1)



"¿Quieres que la ayude con su bebé?"

Koshar estalló en una risa burlona.

"¿Esa tu súplica sincera? ¿Por qué no te expresas correctamente?"

El Vizconde Roteschu gritó de repente.

"¡No, quiero decir que Rashta tuvo un bebé antes de escapar!"

"¿Eh?"

Koshar lo miró por un momento y luego le dio un lánguido zumbido de satisfacción.

"¿En serio?"

Koshar sospechaba que el Vizconde Roteschu tenía la llave para destruir a Rashta. No esperaba que fuera un bebé.

"¿Quién es el padre?"

"No lo sé."

"¿Cómo que no lo sabes?"

"Aunque mi finca es pequeña, tengo muchos esclavos. ¡No puedo vigilarlos a todos!"

"Hmmm."

"Dado que fue un milagro en ese momento, tal vez fue un viajero de paso..."

Por miedo, el Vizconde Roteschu no reveló que el amante de Rashta era su hijo Alan. No podía arriesgarse a arrastrar a su hijo en esto. Afortunadamente para el Vizconde Roteschu, Koshar no estaba interesado en saber quién era el padre.

"¿Dónde está el bebé?"

"No sé quién es el padre, y la madre abandonó al niño y se escapó. Tuve que criarlo yo mismo."

Koshar rugió con una risa triunfal. Tenía la intención de cazar la debilidad de Rashta, ¡y este fue el tesoro con el que fue recompensado!

El Vizconde Roteschu tragó nerviosamente mientras veía a Koshar celebrar. ¿Destruiría esto a Rashta? El Vizconde giró la cabeza, tratando de encontrar una forma de escapar.

La risa de Koshar se desvaneció y le dirigió una sonrisa agradable al Vizconde Roteschu.

"Bueno. ¿Qué más?"

"¡No hay nada más, es en serio!"

"Piensa cuidadosamente. Tiene que haber."

"¡No, no hay!"

Koshar se inclinó frente al Vizconde Roteschu y lo miró fijamente a los ojos, como si estuviera aburrido de sus pensamientos internos. El vizconde tragó saliva y soportó la penetrante mirada. Era tan vulnerable como si lo hubieran arrojado desnudo frente a un tigre. Por suerte, Koshar parecía creer en sus palabras.

"¿Hay alguna evidencia de que Rashta era una esclava?"

"¿Evidencia?"

"Evidencia suficiente para convencer a la gente de que es verdad."

"Si voy y lo digo—"

"Ya lo has hecho y luego te retractaste. Tu testimonio carece de credibilidad."

Koshar habló en un tono casual, pero sus dedos bailaron en la empuñadura de su espada. El Vizconde Roteschu no necesitaba que le explicaran la amenaza, y gritó rápidamente.

"Tengo un certificado de venta!"

"¿Un certificado de venta?"

"¡Es un certificado de comercio de esclavos! Contiene una descripción de la apariencia de Rashta."

***

El Vizconde Roteschu y Koshar no estaban solos en la mansión abandonada. Si bien Koshar era un excelente guerrero con sentidos agudos, no podía detectar cada pequeño ruido, especialmente por los gritos del Vizconde Roteschu. Uno no tenía que ser extraordinariamente talentoso para esconderse.

'¿Cómo puede ser esto?'

El otro hombre que se coló fue un investigador enviado por el secretario en jefe del emperador, el Marqués Karl. Se le había ordenado seguir al Vizconde Roteschu, y había venido a presenciar la escena. Era difícil distinguir las palabras del Vizconde a causa de su rostro hinchado, pero el investigador sabía que estaban hablando de Rashta.

Aparentemente, ella era una esclava y había dado a luz a un bebé antes...

Sin embargo, las concubinas de los emperadores no siempre eran solteras. Algunas estaban casadas e incluso tenían hijos. Sin embargo, mentir sobre eso no era común, y parecía que el Vizconde Roteschu y Rashta habían estado engañando activamente a Sovieshu.

El hombre contuvo el aliento y escuchó más, pero la conversación se había quedado en silencio. Él tragó. El Marqués Karl le había ordenado que descubriera qué se estaba usando para chantajear a Rashta, y su tarea estaba cumplida. Sin embargo, no estaba seguro de qué hacer con la terrible situación.

'¿Debería salvar al vizconde Roteschu?'

No estaba seguro de poder vencer a la famosa bestia que era Koshar. También se había colado bajo el refugio de los gritos del Vizconde Roteschu, pero la mansión estaba en silencio ahora. El hombre siguió conteniendo la respiración durante mucho tiempo, confiando en su reloj biológico para calcular el paso del tiempo. Vio a Koshar sonreír y despedirse del Vizconde Roteschu.

"Adiós."

Koshar se dio la vuelta. Parecía que se iba solo.

"¡E-Espera! ¡¿Y yo qué?!"

El Vizconde Roteschu gritó. Estaba aterrorizado de ser abandonado solo en esta vacía y decrépita mansión.

"No te preocupes, me iré. Alguien más te rescatará pronto."

Koshar rechazó el comentario casualmente. El hombre que se escondía se alarmó por un momento, pero pronto lo descartó como una coincidencia. Si Koshar supiera de su presencia, ya lo habría atrapado y arrastrado. Muchos hombres de la villa probablemente entraban y salían de esta mansión, así que era probable que Koshar se refiriera a que uno de ellos vendría por el Vizconde Roteschu.

'Espera, ¿no es eso más peligroso?'

El hombre se limpió discretamente sus palmas sudorosas con su camisa. Los gritos pidiendo ser liberado del Vizconde Roteschu le perforaron los tímpanos, pero no lo salvó. Escapó y fue directamente a reunirse con el Marqués Karl para reportarle lo sucedido.

"Mi Señor, he descubierto con qué el Vizconde Roteschu está chantajeando a Rashta."

El Marqués Karl rápidamente llevó al hombre a una habitación.

"Dime rápidamente."

El hombre le contó al Marqués Karl todo lo que vio y oyó, los ojos del marqués se abrieron de par en par ante la información. Algunos de los secretarios del emperador sabían o estaban convencidos de que Rashta era una esclava fugitiva, incluido el Marqués Karl, por lo que no fue una sorpresa. Pero un bebé...

"Bien."

El Marqués Karl caminaba nerviosamente por la habitación, y el hombre habló con cuidado.

"¿Qué hará?"

Era una pregunta difícil de responder para el marqués. Miró por la ventana y murmuró para sí mismo.

"El emperador está ausente."

Después de media hora de reflexión, fue a su escritorio para escribir una carta al Emperador, luego llamó a un sirviente.

"Su Majestad se fue a Greenram. Es una visita oficial, y no será difícil encontrar su ubicación. Entrégale esta carta de inmediato."

"Sí, mi señor."

Cuando el sirviente se fue, el Marqués Karl se recostó en su asiento y se rió débilmente.

"Un bebé…"