Tal como temían el Marqués Farang y Navier, Koshar estaba de un humor asesino. Ni siquiera estaba cerca de explotar puesto que ya lo había hecho. La sangre latía en sus venas como lava ardiente.
Koshar tampoco se encontraba en la residencia de los Troby. Tan pronto como escuchó que el Vizconde Roteschu había salido de su casa, fue a perseguirlo.
Sin embargo, antes de que pudiera alcanzarlo, varios hombres corpulentos y grandes se interpusieron en su camino. Koshar intentó esquivarlos, pero continuamente bloquearon su paso. Los hombres se aseguraron de que no hubiera nadie más alrededor, y luego agarraron a Koshar por el cuello.
"¿Eres el chico bonito, Koshar Troby?"
Koshar frunció el ceño. Se había metido en peleas muchas veces, pero rara vez alguien lo instigaba cuando sabía quién era. Los únicos que fueron tontos para hacerlo estaban completamente borrachos y no en un estado mental sano.
Pero si estas personas estaban confirmando que él era de la Familia Troby, entonces eso significaba...
"¿Qué crees que eres—?"
Pero incluso antes de que el hombre pudiera terminar de hablar, su visión giró al ser arrojado al suelo. Los otros hombres corpulentos se sorprendieron al ver a su compañero ser volteado tan fácilmente, pero superaron en número a Koshar y lo atacaron.
El enfrentamiento no duró mucho. Koshar, que había arrasado innumerables campos de batalla, nunca perdería ante algunos tipos de la calle que usaban sus puños. Koshar desenvainó su espada.
"¡Cobarde! ¡Usando un arma!"
"Bueno, ¿no son ustedes los cobardes por atacarme cuando me superan en número?"
"¿Quién les ordenó venir a por mí?"
"¡Fue un hombre delgado de mediana edad! ¡No sé su nombre!"
Había muchos hombres delgados de mediana edad, pero Koshar esbozó a grandes rasgos quién era.
El Vizconde Roteschu.
La expresión de Koshar se oscureció, y el hombre corpulento respiró hondo. Koshar volteó su espada y le golpeó la nuca con la empuñadura para noquearlo, lo mismo hizo con el resto de los hombres, y luego escondió sus cuerpos en un callejón. Posteriormente, llamó a un sirviente para confirmar la ubicación del Vizconde Roteschu.
"Se ha ido al palacio."
"¿En carruaje?"
"Trae mi caballo."
Koshar permaneció oculto en un camino que debía tomar cualquiera que viajara al palacio, luego vio la figura del Vizconde Roteschu acercándose. Koshar saltó y lo agarró, arrastrándolo a un camino desolado.
"¡Oh, Dios mío! ¿Que esta pasando?"
El Vizconde Roteschu luchó con todas sus fuerzas, pero no pudo escapar del fuerte agarre de Koshar.
"¡Suéltame, mocoso! ¡Déjame ir!"
"¿Ves esto?"
"Si gritas una vez más, te clavaré esto en la garganta."
El Vizconde Roteschu tembló de ira, pero el miedo se impuso. Koshar era infame por su furia animal, y Roteschu no quería morir de forma lenta y dolorosa en este camino solitario.
El Vizconde Roteschu se calló, y Koshar golpeó el costado de su cuello, dejándolo inconsciente. Llevó el cuerpo del Vizconde a una mansión abandonada, lo arrojó dentro de una habitación sin ventanas y luego cerró la puerta. Aunque Koshar no había preparado cuerdas o sillas con anticipación, la habitación estaba amueblada con estos elementos, como si alguien los hubiera traído con un propósito similar. Koshar amordazó y ató el vizconde a la silla, luego lo abofeteó para despertarlo.
El Vizconde Roteschu se agitó antes de que sus ojos se abrieran de golpe y, aterrado, trató de liberarse cuando vio la expresión amenazante de Koshar. Sin embargo, la mordaza amortiguó sus gritos y la cuerda restringió su movimiento. En el mejor de los casos, solo pudo sacudir la silla hasta el punto de que casi se volcó. El vizconde jadeó con esfuerzo, Koshar sonrió y le tocó la oreja.
"Voy a quitarte la mordaza ahora, así que no grites. Si lo haces, te dolerá mucho el oído."
Tu oído, por supuesto, no el mío. Koshar le susurró tan bajo que el vizconde solo podía temblar de miedo. Sin embargo, a pesar de la advertencia, el Vizconde Roteschu comenzó a gritar tan pronto como le quitó la mordaza. En respuesta, Koshar le agarró la cabeza y le cortó una de las orejas.
A pesar de las dudas previas del Vizconde Roteschu, ahora experimentó de primera mano los terrores asociados con Koshar. El dolor explotó a través de su cuerpo, y se sacudió contra sus ataduras. Koshar volvió a meterle la mordaza en la boca para reprimir sus gritos y arrojó la mitad de la oreja al suelo mientras tarareaba una melodía.
El Vizconde Roteschu estaba medio consciente en este punto, pero no se desmayó y consiguió dirigir una mirada a Koshar. Cuando Koshar se rozó la frente con los dedos manchados de sangre, el vizconde se dio cuenta de que no tenía sentido tratar de resistirse. La bestia no tenía ni un ápice de empatía en él.
Cuando el Vizconde Roteschu se quedó callado, Koshar le dio unas palmaditas en el hombro y lo elogió, diciendo que debió haber sido así desde el principio. Un segundo después, Koshar lo golpeó con el puño.
¡¿Por qué Koshar lo golpeaba cuando estaba sentado tranquilo?! El vizconde intentó decir algo sobre la injusticia, pero no pudo abrir la boca para hablar, ya que los puños de Koshar continuaron golpeándolo desde todas las direcciones.
Koshar lo usó como si fuera un saco de boxeo, y justo cuando el vizconde se desmayó, Koshar sacó su reloj de bolsillo. Luego, lo guardó y miró al hombre inerte atado a la silla. Sabía por experiencia que su víctima no moriría, y había ajustado su asalto para causar dolor intenso pero no discapacidad.
Koshar lo abofeteó para despertarlo nuevamente. El hombre parpadeó abriendo sus ojos inyectados en sangre.
"Ahora estás despierto, ¿verdad?"
"Estaba yendo lo más pacíficamente posible para obtener la información que necesitaba. ¿Por qué tenías que ser tan violento?"
"¿Violento? Tú eres quien—"
El Vizconde Roteschu cerró la boca cuando vio los ojos de Koshar. Después de enterarse de que Koshar estaba investigando a Rashta, había enviado hombres con la orden de hacerle daño hasta dejarlo incapacitado durante los próximos meses.
Koshar acercó otra silla y se sentó frente a él.
"¿Estás ayudando a esa mujer?"
"¿Qué mujer?"
"La concubina del emperador."
"Yo... Yo..."
"Ni siquiera intentes mentirme."
El Vizconde Roteschu cerró la boca. Había visitado a Rashta con tanta frecuencia que todos sabían que tenían una relación. Koshar sonrió.
"Habla."
"¿Qué quieres saber?"
"¿Qué quieres saber de ella...?"
Koshar ni siquiera mencionó el tema de cómo el Vizconde Roteschu contrató a hombres para atacarlo, como si pensara que ese asunto ya había sido olvidado. En cambio, su mente estaba centrada en encontrar información sobre Rashta. El Vizconde Roteschu tragó saliva.
"Es una plebeya."
"Nació como una esclava, ¿verdad? Es una esclava fugitiva. Tú mismo lo dijiste."
"Bueno... eso fue un malentendido..."
"Vizconde, ¿sabe lo paciente que soy?"
"¡!"
"No mucho en absoluto."
Koshar levantó los labios con una sonrisa horrible, y el Vizconde Roteschu sintió un escalofrío en la espalda. Era un tipo de sonrisa que uno hacía antes de matar a alguien.
"¡Sí, Rashta es una esclava fugitiva!"
"Eso ya lo se. ¿Continúa?"
"¿Continúa?"
"Su condición de esclava fugitiva ya se conocía públicamente desde hace algún tiempo. Algo más."
El Vizconde Roteschu trató de estrujar su cerebro buscando lo que Koshar quería. Koshar ya era rico, por lo que los sobornos estaban fuera de discusión. Al mismo tiempo, el Vizconde Roteschu necesitaba apaciguarlo con una debilidad de Rashta. Gritó su respuesta tan pronto como la encontró.
"¡Un bebé! ¡Ella tiene un bebé!"