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martes, 31 de marzo de 2020

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 39

Capítulo 39. Un Hombre De Secretos (2)



Roteschu movió nerviosamente sus manos. Era el señor de una pequeña finca, aunque eso no significaba necesariamente que no fuera importante. Muchos héroes, oficiales militares y nobles de alto rango optaron por vivir vidas pacíficas en una pequeña finca, dejando la capital para estar lo más lejos posible. En algunos casos, lo importante no era el tamaño o las características geográficas de la tierra, sino su ubicación. Por ejemplo, la región de Wirwol estaba ubicada en un profundo valle montañoso lejos de la capital, pero su valor no podía ser ignorado ya que albergaba la sede de los magos y la academia mágica.

Pero esto no era aplicable a Roteschu. Su finca en Rimwell no estaba abierta al desarrollo, ya que era el lugar en donde estaban ubicados los bosques y terrenos de caza del Emperador. Naturalmente, nunca había visto al Emperador desde lejos, y mucho menos en una reunión privada.

"..."

En línea con la fulminante mirada del emperador, el vizconde Roteschu bajó los ojos. Era una experiencia muy incómoda.

Aunque los amigos de Roteschu ocasionalmente lo ridiculizaban por la modestia de su finca, no odiaba su posición. Las propiedades más grandes estaban bajo la influencia del Emperador, mientras que Roteschu podía reinar respetablemente como un rey sobre la suya, aunque fuera más pequeña. Nunca se había postrado ante nadie, hasta ahora. Fue intimidado por el Emperador, un hombre tan joven como su hijo, y su orgullo se vio afectado por ello.

“Vizconde Roteschu. Explique lo que pasó hoy.”

Por fin habló el emperador. Por un momento, el vizconde Roteschu no pudo entender lo que quería decir. Anteriormente, el secretario del emperador había llevado a Rashta al dormitorio, mientras que el capitán de la guardia arrestó al propio vizconde Roteschu y lo arrastró a esta habitación vacía en el palacio del este. La razón ya todos la conocían— ¿por qué explicarlo de nuevo?

Pero finalmente lo entendió. Era una orden del Emperador para que todo esto volviera a la normalidad.

"Te ruego que me perdones, Su Majestad. Frecuentemente identifico mal las caras de las personas. La esclava que huyó de mi propiedad también era hermosa como la Señorita Rashta y tenía el cabello plateado y los ojos oscuros, y confundí a la Señorita Rashta con ella."

El vizconde Roteschu se inclinó de nuevo y continuó arrastrándose hacia su salida.

"He manchado la reputación de la concubina del Emperador, la Señorita Rashta. Perdóneme por mi error."

Bajó la cabeza, pero sus ojos brillaron con interés. El joven emperador continuó protegiendo a Rashta a pesar de saber que era una esclava fugitiva. Roteschu estaba realmente impresionado con la joven que, simplemente lavó su identidad y se posicionó como una concubina imperial. ¿El Emperador realmente la favorecía tanto? Roteschu sabía en la finca que podía mantener a los hombres bajo su control, pero su talento era mayor de lo que él esperaba.

"Sí. Y debes recordar cuidar tu boca, vizconde Roteschu."

"Por supuesto, Su Majestad."

Los labios de Roteschu se elevaron en una leve sonrisa. Quizás podría alejarse de ser un pequeño señor del campo y obtener una posición más privilegiada.

***

Seguí por el largo corredor con mis guardias detrás. Tanto mi cabeza como mi corazón pesaban, al igual que mis pasos. Incluso mi vestido parecía pesarme. Con cada paso que daba, sentía un pinchazo alrededor de mis costillas.

Cuando llegué al palacio del oeste, apoyé mi cabeza contra un pilar para sostenerme ante la sensación de malestar en mi interior. Mi orgullo fue herido. ¿Por qué Sovieshu era tan terco cuando se trataba de Rashta? ¿Dónde estaba el Sovieshu que conocía, cuyos ojos brillaban cuando leía un libro sobre el reinado de los emperadores anteriores?

"Reina."

Hubo un crujido y una voz que provino desde el pasillo. Solo había una persona que me llamaba Reina. Rápidamente me enderecé y me di la vuelta, encontrando al Príncipe Heinley parado a cierta distancia y frunciendo el ceño.

"Lo siento. No estoy presentable."

Tuve la suerte de no haber derramado lágrimas, así que puse una sonrisa en mi rostro.

"¿Estás dando un paseo?"

Pero el príncipe no reaccionó. Seguía mirándome a la cara. ¿Estaban mis ojos rojos? Me di la vuelta un momento mientras él se acercaba, y cuando me giré estaba más cerca. El Príncipe Heinley levantó su mano, luego se detuvo y la dejó cerca de mi cara. Su mano temblaba.

"Por lo general, limpio las lágrimas de mis amigos y los abrazo cuando están desconsolados."

"..."

"Dado que la Reina es mi amiga, ¿puedo hacer eso?"

Negué con la cabeza, y el príncipe se retiró, pero aun así parecía afligido y sus orejas estaban sonrojadas.

"¿Tu esposo te insultó otra vez?"

¿Otra vez?

"… ¿Por qué piensas eso?"

"Solamente. Solamente lo pensé."

“Realmente no puedo decirlo. Es algo personal."

"Debería haber conocido a la Reina primero."

"?"

"Si hubiera nacido cinco años antes... maldita sea."

Los labios del príncipe Heinley temblaron. Me sorprendió verlo con tanto dolor cuando ni siquiera le había explicado lo que sucedió. ¿De qué estaba hablando?

Dudó un momento antes de hablar de nuevo.

"Si no puedo ofrecerte ningún consuelo, ¿quieres que te envíe a Reina?"

No podía abrazar al Príncipe Heinley para calmarme, pero la presencia del pájaro sería una calidez bienvenida.

"Sí. ¿Dónde está Reina ahora?”

"Lo enviaré a tu habitación."

“Está bien si lo vemos juntos. Tengo muchas preguntas sobre Reina..."

"!"