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sábado, 28 de marzo de 2020

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 22

Capítulo 22. Las Lágrimas Que Solo Reina Conoce (1)



"Mis disculpas, Señorita Rashta, pero ya estoy agotado."

El príncipe Heinley sonrió y se dio la vuelta.           

"No puedo bailar dos veces seguidas. El hombre guapo tiene una constitución sorprendentemente débil."

"Entonces, ¿qué tal después de tomar un descanso? Cuando recuperes tu fuerza."

"Entonces...               

El príncipe Heinley repentinamente me miró, nuestros ojos se encontraron, y su mirada se suavizó.               
"Hay alguien con quien quiero bailar otra vez."             

Reflexioné sobre su repetida negativa hacia ella. Estaba decidido a evitarla, muy diferente de cómo se presentaban la mayoría de los nobles. Rashta no esperaba ser rechazada. Ella se tocó el cabello, desconcertada, y se dio la vuelta. Nuestras miradas se encontraron, pero ella no me reconoció y en cambio se volvió hacia Sovieshu con sus ojos brillando de lágrimas.           

"Su Majestad, Rashta no tiene a nadie con quien bailar."

"Toma un descanso. No puedes bailar con la misma persona dos veces seguidas."               

Rashta era similar al príncipe Heinley. Él tampoco tenía reparos en expresar sus sentimientos, mientras que la mayoría de los nobles serían demasiado orgullosos para expresar sus pensamientos en voz alta.

"Hing..."           

Ella gimoteó como un bebé, y los nobles que la rodeaban se rieron, no por burla, sino por cariño. Rashta no era noble, y su comportamiento era grosero, por decir lo menos, pero para todos los demás, era como una novedad fresca y pura.           

"Señorita Rashta, ¿le gustaría bailar conmigo?"               

Varios otros nobles se acercaron a Rashta, pero ella respondió débilmente, "No, gracias," luego se dirigió hacia un costado de la habitación. Sovieshu se puso rígido, como si quisiera correr hacia ella. Si la música no hubiera empezado en ese momento, podría haber ido tras ella, pero se quedó en su lugar.               
Casualmente, la música era tranquila y el baile requería algo de distancia entre la pareja. Sovieshu y yo habíamos sido compañeros de baile desde que éramos jóvenes, y estábamos acostumbrados a llevar juntos el ritmo. De niños, nos abrazábamos riendo, quejándonos de que los pasos eran difíciles.               
'Esos días ya no volverán.'                 

Cuando recordé sostener un mapa grande y hablar sobre nuevos proyectos de construcción, sentí un escalofrío en la esquina de mi corazón. Qué estúpida e ingenua era en ese momento para creer que Sovieshu y yo estaríamos juntos por el resto de nuestras vidas. Cuando el baile finalmente nos acercó el uno al otro, todavía sentía que estábamos muy lejos.           

"Antes..."               

Sovieshu habló en voz baja. 

"¿De qué hablaste con el príncipe Heinley?

"Tuvimos una conversación normal".

"…"

"…"

"¿Has oído los rumores sobre él?"               

¿Qué quiso decir con eso? No dije nada durante un tiempo para centrarme en los pasos complicados, pero no obvié el pliegue entre las cejas de Sovieshu.               

"¿Qué quieres decir con que tuviste una conversación ‘normal’ con él?

"Fue muy entretenido."

"Es un mujeriego, por supuesto que es entretenido. A la gente le gustan los hombres graciosos." 

La distancia entre nosotros nuevamente se hizo más grande. Cuando me di la vuelta, vi al príncipe Heinley parado cerca de una mesa, mirándome. Sonrió y agitó una mano cuando nuestros ojos se encontraron.               

"Tengo a Rashta como mi concubina, así que no te diré que tampoco puedes tomar a otro hombre como tú amante."

"?"

"Aun así, no creo que deba ser el Príncipe Heinley."

"No sé de qué estás hablando."

"Si estás con el Príncipe Heinley, la concubina serás tú, no él."

"!"

"¿No sería eso una vergüenza para la Emperatriz del Imperio Oriental?"

"No sé lo que estás imaginando, pero el Príncipe Heinley y yo no tenemos ese tipo de relación."

"Bien. No seas el fósforo que propague el fuego por todas partes."

"Él no es..."

Estaba a punto de protestar porque el príncipe Heinley no era así, cuando Sovieshu se detuvo de repente. La música no se había detenido todavía, pero él estaba congelado, no podía bailar sola y también me detuve, causando que las personas que nos rodeaban no pudieran seguir bailando.

"¿Su Majestad?"

¿Qué es lo que pasa? Me pregunté si se torció un pie, pero Sovieshu se alejó. Las personas a mi alrededor miraban con expresiones de desconcierto. Sovieshu finalmente se detuvo frente a Rashta. Estaba parada contra la pared, llorando.

"Rashta. ¿Por qué estás llorando?"

Sovieshu la miró sorprendido. Rashta estiró los brazos y lo abrazó por el cuello.


El murmullo de la multitud se hizo más fuerte. Podía sentir los ojos de los nobles sobre mí. Sovieshu y yo estábamos bailando juntos, antes de que me dejara y se fuera con Rashta.

Mi mandíbula se apretó. Sentí que la sangre se drenaba de mi cara cuando mi visión se volvió irregular. Rashta siguió llorando mientras Sovieshu intentaba consolarla, y finalmente la levantó en sus brazos y se fueron.

"Oh Dios mío. Así que es cierto que el emperador ama a la concubina."

"Sí."

Cuando los dos se fueron, la mirada de la multitud presionó más fuerte sobre mí.

"Pero he oído que era una esclava fugitiva. ¿Es eso cierto?"

"¿Qué? ¿De Verdad?"

"Tonterías. El emperador acaba de decir que era un rumor."

"Cuida tu lenguaje. Su Majestad dijo que castigaría a cualquiera que hablara de ello."

"No, espera un minuto. ¿Permite el Imperio Oriental que los esclavos fugitivos se conviertan en concubinas? Esto no es posible en nuestro Reino del Norte. Incluso le traje las Joyas del Mar del Reino del Norte como regalo."

"Estoy seguro de que el Emperador no hizo nada de eso."

La música se detuvo, y todos me miraban o hablaban de Rashta. No quería nada más que huir de la habitación, pero me obligué a alejarme con calma.

No tenía idea de a dónde iba, pero escuché a alguien seguir mis pasos y vislumbré el reflejo del Príncipe Heinley en una columna lisa. No tenía ganas de ser educada y hablar con un príncipe extranjero. Por ahora... sólo quería sentarme en algún lugar.

Me encontré caminando por un pasillo vacío del palacio. Sir Artina, el subcomandante de los caballeros, se puso a mi lado.

"¿Se encuentra bien, Su Majestad?"

"Estoy bien."

"Debería descansar un poco. Se ve pálida."

Asentí. Fui a mi habitación, pasando por el salón antes de entrar en el dormitorio. Me dejé caer boca abajo en la cama, abrazando la almohada y acurrucándome. Todo mi cuerpo se sentía insoportablemente pesado. ¿Cuánto más debía cargar sobre los hombros?

– Gu…

Hubo un golpecito en el vidrio, y vi a Reina sentado junto a la ventana. La abrí con cansancio, y entró Reina abriendo y cerrando sus grandes ojos. Tomé al pájaro en mis brazos. Cuando su calor se extendió desde su cálido y pequeño cuerpo al mío, las lágrimas brotaron de mis ojos.

"..."

¿Cómo podría esta criatura proporcionar tanto consuelo? Me empapé del calor que Reina me dio como una persona abandonada en un invierno amargo. Cuando finalmente estuve tranquila, me di cuenta de que había estado abrazando al pájaro durante demasiado tiempo. Probablemente estaba molesto. Levanté la vista, y para mi sorpresa, Reina simplemente me estaba mirando.

"Gracias."

– Gu…

"Siempre me das fuerzas."

Me avergonzaba decirlo en voz alta así que se lo susurré al oído, y Reina se cubrió la cara con las alas.

"A veces eres como una persona real."

– !

Los ojos de Reina se agrandaron, voló por la habitación, y hubo una conmoción afuera. El papel sobre la cama se agitó y jalé al pájaro para dejarlo entre mis brazos.

Toqué la campana para indicar mi permiso para que entraran, la puerta principal se abrió y las voces entraron. Entré en el salón con Reina en mis brazos y encontré a varias damas de compañía, entre ellas la condesa Eliza y Laura. Habían venido directamente de la fiesta, y estaban vestidas más espléndidamente que de costumbre. Sin embargo, el reloj mostraba que el final del baile estaba lejos. ¿Por qué estaban aquí?

"Condesa, ¿qué pasa?"